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MARTES, 26-SEPTIEMBRE-2006

El Órbigo, río destronado

El descontrol ha conducido a la decadencia de un río al que no hace tanto acudían pescadores de toda E uropa; la corona se la ha pasado al Porma y a su coto del Condado

FirmaOrdoño Llamas Gil Lugarleón

Hubo un tiempo en que los ríos se controlaban a sí mismos y no dependían más que de la meteorología, que podía ser favorable o no, dependiendo de la abundancia o escasez de precipitaciones en invierno y primavera. Durante estas dos estaciones los acuíferos y las fuentes de montañas y llanuras, aprovechando la licuación de la nieve y las lluvias llegaban a su plenitud de absorción, por lo que volvían a rebosar engrosando los arroyos y las torrenteras, garantizando a los ríos el mantenimiento de un caudal abundante decreciente hasta las postrimerías del verano, época en que muchos de ellos llegarían a convertirse en regueros o a secarse en sus zonas bajas. Me estoy refiriendo a las épocas en que ya la explotación del agua por el hombre se venía realizando con regularidad a través de puertos, presas y acequias, que llevarían el líquido hasta las mismas huertas (porque, si no se efectuaran estas extracciones, casi todos mantendrían un caudal ecológico muy digno durante todo el ciclo anual).

Pues bien, uno de estos ríos se llamaba Órbigo, y era el resultado de la conjunción de los ríos de montaña Luna y Omaña, que al casarse se registraron con el citado nombre de Órbigo, con el cual descendería atravesando parajes de ribera y páramo durante muchos kilómetros para llegar a diluirse entre las aguas del Esla, cerca de Benavente.

Entonces, antes de que sus aguas fueran almacenadas y manipuladas industrialmente, casi desde donde adquiría su nuevo nombre se veía sometido a tal presión que se convertía en un reguero, llegando a secarse por zonas. Solo se mantenían con agua las tablas o pozos profundos, donde hallaban cobijo todas las especies que lo habitaban, preferentemente ciprínidos, además de algunas truchas grandes. Las pesquerías eran entonces tan corrientes como las propias fiestas, en las que el pescado de río era un plato obligado, y la pesca a mano y con trasmallo una costumbre. Ni qué decir tiene que cuando llegaba el otoño y hasta que volvían a correr las aguas, todas las zonas bajas quedaban exhaustas. La primavera las hacía revivir y volvían a poblarse por los peces que subían a desovar y por las pocas truchas que habían arrastrado las crecidas. Esta era la situación del Órbigo pre-regulado.

Los nuevos tiempos exigían más agua, y los pantanos se hacían necesarios, por lo que también a nuestro río, cuando se llama Luna, le tocó ser casi el precursor del almacenamiento de agua en la provincia, para lo que se construyó una presa en Barrios de Luna, y comenzó a embalsar sus 300 y pico millones de m3, y a desembalsar con regularidad según las necesidades de la central construida en Mora y las del regadío agrícola, disponiéndose a irrigar todo el terreno del Páramo al mismo tiempo que se ampliaban los regadíos de sus propias riberas. Como la red de acequias se hallaba en construcción, el río mantenía desde entonces un caudal constante, que hizo que las truchas encontrasen un espacio idóneo y oxigenado para proliferar, hasta convertirse en pocos años en el rey de la piscicultura espontánea y salvaje, repoblándose todas las zonas que fueron presas del estiaje y que ahora mantenían un caudal abundante todo el año, lo que favorecía el crecimiento del cebo de río y de las algas que, a su vez, servían de alimento y cobijo a las truchas. Fueron años de verdadero reinado, de endiosamiento sin límites, que dieron a conocer nuestras virtudes piscícolas y justificaron a Icona para hacer nuevos acotados, que lo convertirían en el REY de buena parte de Europa, y adonde acudían con regularidad pescadores franceses principalmente. Motivo de más para que la Federación de Pesca tuviera la idea de organizar la Semana Internacional de la Trucha (más bien franco-española), aprovechando los ríos de la provincia y culminando finalmente en Santa Marina del Rey, rey en verdad en cuanto a densidad y tamaño de sus truchas.

Estábamos en ese estado de disfrute donde la pesca en este río era un verdadero placer, cuando nos explosionó la noticia de un terrorismo industrial que, partiendo de la zona de Veguellina de Órbigo, acabó con la vida de todos los habitantes del río en los 25 ó 30 kilómetros que le separan de Benavente. No se supo con exactitud si el vertido mortal había partido de la Azucarera o de la fábrica de derivados lácteos, pero lo cierto fue que el Órbigo bajo quedó muerto, y aún hoy no ha sido capaz de recuperarse de tan atroz crimen. Manteníamos todavía el tipo en el Órbigo alto, entre Villarroquel y Hospital, pero ya las obras de instalación de acequias en el Páramo mermaban un tanto las reservas del pantano, y cuando llegaba la época del desove de las truchas el caudal del río de veía mermado en exceso, no manteniendo el caudal ecológico necesario, por lo que la contaminación (que estaba en pleno auge) comenzó a ejercer de vehículo y causa para infectar la piel de las truchas que se hallaban en los frezaderos, que necesitaban mayor cantidad, pureza y oxígeno, y dio lugar a la mayor pandemia nunca conocida, denominada saprolegniosis, que arrasó en pocas temporadas el tramo que aún se conservaba vigoroso. Causaba una gran pena y una impotencia desesperante el ver cómo se orillaban las truchas moribundas cubiertas por el moho blanco característico. Los guardas trabajaban sin descanso para retirarlas de la vista y enterrarlas, disimulando la fatal realidad. Desde ese momento el Rey había quedado destronado, y nunca más volvió a ser ni siquiera la sombra de lo que había sido. Nadie exigió entonces responsabilidades a la Confederación por no mantener el caudal ecológico y permitir que la contaminación aumentase sin ponerle ningún remedio efectivo, ni tampoco a Icona por su descoordinación y falta de peso para exigir a la primera el cumplimiento de sus obliga ciones.

Desde entonces la decadencia fue vertiginosa. No obstante, hay que mantener las apariencias y se viene empleando lo fue coto nº 11, Santa Marina del Rey, a Escenario Deportivo Social, dedicado al teatro, como su propio nombre indica. Para ello se le efectúan inyecciones periódicas (que mantendrán la apariencia durante los días en que se celebran los concursos o campeonatos) con suficientes truchas de granja que, a pesar de pescarse sin muerte, irán dejando de existir en las manos de los furtivos, algunos de ellos ribereños, los cuales las pescan fuera del horario laboral de los guardas, por todos los procedimientos. El río Órbigo hace tiempo ya que ha sido destronado, principalmente por haber padecido el descontrol de río controlado, cediendo hace tiempo su corona al Porma, que tiene como cabeza visible el coto del Condado, muy mimado y casi el único bien vigilado de día, donde también hace tiempo que se nota la decadencia respecto de muchos años anteriores, a pesar de no haber tenido que soportar tantos cr ímenes ecológicos como el primero.



Fuente: www.diariodeleon.com · © El Diario de León, S.A.

Origen: http://www.diariodeleon.es/hemeroteca/imprimir_noticia.jsp?CAT=105&TEXTO=5139012


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